Mientras los seguidores de las Tradiciones Primordiales celebraban su victoria, los pocos Señores de la Ciencia que sobrevivieron se reunieron en un santuario oculto. Fue ahí que nuestra insensatez se hizo evidente, y lamentamos el haber ignorado la advertencia de los Chozo. Nosotros hicimos la locura de seguir el camino de la Ciencia con fe ciega – y arriesgando a todo Bryyo. La contaminación proveniente de las batallas se estaba expandiendo, y pronto consumiría las fértiles tierras restantes, dejando nada más que cenizas. Si no ayudamos en algo, Bryyo perdería las pocas tierras y aguas puras que aun contiene. Una vez más, nuestras grandes mentes tornaron a la gran tarea… la salvación del planeta. A medida que nuestros enemigos buscaban la localización de nuestro escondite, los últimos Señores de la Ciencia hemos creado nuestras maquinas finales y los lanzamos a los cielos.